En algunos lugares del planeta los lunes tienen fama de días complicados. De acuerdo a las estadísticas hay mucha gente a la que no le gusta su actividad laboral. Sin embargo, pienso que el asunto está en que aunque te guste tu trabajo, como descansas los fines de semana y ocupas esos días a hacer más actividades recreativas, sin presiones de agenda u horarios, al retomar las labores se siente una carga negativa que suma a la mala fama de los lunes.
Yo soy de quienes disfruta su trabajo, pero aun así algunos lunes me cuesta trabajo avanzar, particularmente si me desvelé o si estoy cansada. Anteriormente al llegar a mi oficina, por cuestiones de proceso, mi primera actividad del día era revisar unos reportes, era una tarea que no disfrutaba y al tener que corregir la información y pedir cambios me ponía de mal humor. Eso, sumado a un inicio de semana complicado, hacía que mi estado de ánimo fuera fatal, ese y a veces varios días más.
El otro día llegaba yo el lunes a trabajar y me di cuenta que, aún y con el cansancio del fin de semana, estaba contenta y ese estado de ánimo me duró todo el día y toda la semana. Me sorprendí ya que no era mi humor habitual de los lunes. Resulta que hace unos meses, por un cambio de procedimiento, ya no reviso reportes (al menos no en lunes) y ahora lo primero que hago al llegar es elaborar la gaceta semanal de noticias de la empresa. Esa actividad me gusta mucho y me pone de buenas, por lo que ahora ese es mi estado de ánimo habitual de los lunes y mis compañeros alrededor lo pueden percibir y creo… que hasta contagiarse, ya sabes la alegría trae alegría link.
Me di cuenta que en lugar de cambiar al lunes cambié mi actitud, iniciando el día con una actividad que disfrutaba, eso transformaba mi día y hasta mi semana. Vaya que ahora si entiendo eso de que cambias tú y cambia tu entorno. Ya hasta quiero que sea lunes.
¿Y si cambias tu actitud?
¿Y si…sí?
