
Leo comúnmente en revistas y blogs de viajes sobre las grandes diferencias entre turistas y viajeros. Al parecer a los más expertos eso de ser turista les parece un poco despreciable -por decir lo menos- que si solo visitas ciertos lugares a los que todos van, que si no interactúas con el entorno, que si todo el itinerario está planeado, entre muchos otros juicios que reprueban.
También observo que los viajeros exaltan virtudes como ser arriesgados, perderse en la cultura del lugar que visitan y evitar ir a esos lugares que todos visitan. Vaya, hasta parece que encontrar más lugares que solo ellos puedan acceder los hace más conocedores y mejores.
Yo he viajado de ambas formas y después de haber realizado más de 100 viajes (aún no termino de hacer el recuento) y conocer 45 países reconozco que no soy… ni turista ni viajera.
A mí me gusta viajar, eso lo tengo muy claro. Lo que no sé es porque a los seres humanos nos encanta etiquetar todo y luego hacer juicios en consecuencia. Cuando me preguntan mi estado civil y respondo soltera, la siguiente pregunta casi siempre es ¿nunca te has casado? a la respuesta de no, la siguiente pregunta es ¿tampoco has vivido con alguien?, y la indagación siguen un poco más para tratar de ponerme alguna etiqueta, ya sea solterona o hasta quedada (sí, todavía lo usan).
Y en general me cuestiono como es que el entorno nos pone etiquetas, mismas que nosotros nos las compramos y actuamos en consecuencia. Cuando yo iba a la primaria me costaba trabajo la escuela, tenía que invertir toda la tarde y parte de la noche estudiando para ir medio preparada a un examen. Mis hermanas con un breve vistazo tenían y se ponían a jugar. Esa diferencia me confirió la etiqueta de “tonta”, con ella a cuestas casi no entré a la preparatoria ni a la Universidad. Tardé varios años y algo de terapia para poder quitármela.
Si solo habláramos de etiquetas positivas, de esas que elevan y suman a nuestro crecimiento otra historia sería. Sin embargo, muchas de las etiquetas se ponen desde destacar lo que otros ven como características negativas, en mi caso esa forma de estudio finalmente la reconocí como dedicación y perseverancia, puedo decirles que ambas me han llevado a alcanzar objetivos y concretar metas a lo largo de mi vida.
Yo hoy misma soy cuidadosa en mis juicios y etiquetas a otros, me encantaría decirles que ya no lo hago, pero aún estoy en el camino, por lo pronto reconozco que viajo a mi manera, así sin etiquetas.
¿Y si retas tus etiquetas?
¿Y si…sí?
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
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