Tras volar de Myanmar tenía una escala de 10 horas en el aeropuerto de Tokio donde tomaría el vuelo de vuelta a casa, previo a ese día me atormenté pensando en lo que haría en todo ese tiempo. A punto de despegar descubrí que la espera había transcurrido más fluida que lo que mi mente había imaginado, empezaba a preocuparme en lo que haría en las próximas 12:45 minutos que tardaría en aterrizar cuando reconocí que una vez más me estaba atormentando por anticipado.
Reconocí que una de las cosas que me había ayudado a que ese tiempo fluyera bien fue que me mantuve ocupada, primero hice una caminata para reconocer el espacio y estirar mis piernas, luego busqué el mejor espacio para desayunar donde estuve un buen rato disfrutando mis alimentos, pase otro tiempo mirando las tiendas, terminé el libro que estaba leyendo, medité, hable con mi familia y hasta dormí unas horas.
Ocupar mi mente me permitió dejar de martirizarme en el tiempo que tenía que pasar de escala de la misma forma en que trabajar, limpiar, cocinar, leer, escribir, hacer vídeo llamadas me ha permitido fluir en estos días de “retiro voluntario”. No digo que sea fácil, ni que todo el tiempo ande positiva o que no me preocupe, pero tras pasar un poco de tiempo en ello me ocupo en alguna otra actividad.
Siempre me ha llamado la atención como hablamos de la mente como si esta se mandara sola (diría mi abue) y nosotros no tuviéramos injerencia, con frecuencia escucho —¿y cómo dejo de pensar en todo lo malo que está pasando?— o —¿cómo dejo de preocuparme?—, curioso que dejamos que la mente se clave en lo que nos da para abajo.
Dice la Coach Brooke Castillo que “A menudo imaginamos las cosas malas, pero olvidamos usar nuestra imaginación para bien”, no lo niego, sé que en estos tiempos puede ser complejo, pero pensar en términos de posibilidades es también una opción y cuando no podamos hacerlo, ocuparnos en otras actividades nos ayuda, al menos, a parar la mente.
Sin confundirnos, no es evitar la realidad ni negar lo que está pasando, menos ignorar nuestras emociones, por supuesto que hay que abrazar lo que estamos sintiendo, pero quedarnos ahí, enfocados en lo malo y en todo lo que no es posible para nosotros hará que este tiempo sea más complicado de lo que ya es.
Después de limpiar mi casa y lavar la ropa, mi estado de ánimo es neutro, tras ello me siento de ánimo para trabajar, escribir y colorear mándalas lo que me pone alegre y animada para conectar y compartir con otros desde un mejor lugar (ya sabes La alegría trae alegría) . Es un ejemplo sencillo de cómo mis pensamientos crean mis emociones. Por supuesto que me requiere trabajo, no se me da natural, pero estoy consciente de los efectos positivos y me muevo a ello, me pasa igual con el ejercicio, a veces no tengo ganas de moverme, pero cuando me acuerdo de que eso me pondrá de buenas y me ayudará a mantener la energía en el día me montó de volada en la bicicleta fija. Todo ello con la mejor actitud, porque esa también cuenta y mucho, pero de ella te escribo luego.
¿Y si enfocas tu mente?
¿Y si…sí?
Si te está siendo complicado salir de la preocupación yo puedo ayudarte, ponte en contacto conmigo aquí, . Te comparto el vídeo de la semana pasada en el serial “El gozo en tiempos de virus – la certeza de la rutina” y una entrevista en pijamas que me hicieron Ale de Inside Out Style y Jime de Cosas de Adultos en la que platicamos del “El gozo de tu presencia en esta cuarentena”.
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
Descarga el e-book