En estos días he visto muchos mensajes que dicen “hazlo y si te da miedo, hazlo con miedo”, un mensaje como para sacar coraje. Me gusta el mensaje, pero y si te preguntarás ¿qué existe detrás de ese miedo?.
Recuerdo que hace quince años, a punto de entrar al quirófano, me invadió un miedo brutal, a tal grado que por mi mente paso la idea de arrancarme el suero, saltar de la camilla y salir corriendo del hospital, aún en esa nada atractiva bata (estoy segura que a varios les ha pasado algo similar), confieso que me sorprendió mucho descubrirme sintiéndolo.
En las semanas previas a mi llegada al hospital recuerdo vagamente haberlo sentido pero de inmediato me hice la fuerte y continué adelante con las visitas a los doctores, análisis clínicos y las llamadas al hospital. Me estaba haciendo cargo de la situación como si estuviera haciendo un presupuesto (algo habitual en mi trabajo de Contadora); era tal mi diligencia que incluso no pedí ayuda y la mayor parte del proceso lo transite sola. A mis treinta y cinco años, una mujer independiente y exitosa estaba abordando sola una tarea más para demostrarle al mundo de lo que era capaz y además, sobreponiéndome al miedo (jeje ya sabes, los treintas).
En aquel momento en el que me invadió el miedo llego el camillero, me pusieron la anestesia y pasaron seis horas más para que saliera de la operación y despertará con la noticia más aterradora que he recibido en mi historia. Me informaron que habían extirpado un tumor canceroso y había que esperar los resultados para ver si no se había esparcido y lo que sentí en ese momento fue una gran enojo. Al día siguiente me levante diciéndome que si este era el siguiente reto lo iba a afrontar y que lo haría aun teniendo miedo, si eso era necesario.
Por fortuna los análisis arrojaron que el tumor no se había esparcido y continúe con mi recuperación, lo más pronto que pude deje la casa de mis padres donde me estaban apoyando y regresé a mi casa, así como a mi vida normal.
Hoy a quince años de distancia, por primera vez estoy pensando en ese miedo, comprendiendo que me aterraba la vulnerabilidad a la que estuve expuesta y a vincularme con otros. Quizá si en ese momento me hubiera sentado a sentirlo, a contactar con él, a preguntarle qué me estaba mostrando no me hubiera pasado la siguiente década haciéndome la mujer fuerte, la que no necesita de nadie, a evadir vínculos, a no pedir ayuda y a desconocer la fortaleza de la vulnerabilidad.
Hoy cuando tengo miedo le abro la puerta y lo invito a pasar para charlar e identificar para que vino a visitarme, para conocer qué viene detrás de él y como puedo solventarlo. Hoy ya no lo ignoro, he descubierto que él puede decirme mucho más de mí que el mismo espejo y que puede mostrarme en que puedo hacerlo diferente para caminar más ligera y plena en la vida.
¿Y si le preguntas a tus miedos?
¿Y si…si?
Adri… wowww… no tenía ni idea que habías pasado por esa experiencia. Me alegro que todo haya salido bien.
Me encantó este post y la reflexión de preguntarle al “miedo” porqué viene a visitarnos.
Te envío un abrazo enorme!
Hola Vicky, qué gusto leerte, gracias por pasar a comentar, me alegra te haya encantado el post. Afortunadamente paso y aprendí de la experiencia, abrazo de vuelta.
Esto de revisar que siento y darme cuenta de la emoción del momento es toda una experiencia para mi. Todo un viaje haci adentro, gracias por compartir y así darme cuenta q somos varios los que estamos en eso.
Gracias por comentar Belkis, efectivamente somos muchos en este viaje de descubrimiento y aprendizaje personal, abrazos!
Creo que el miedo puede ser un factor que afecta nuestra vida pero también puede ser un motor para que nos movamos. Al final nos hace crecer y saca lo mejor de nosotros. Me encantó el post.
Coincido Mario, el miedo está presente para decirnos algo e ignorarlo no es lo mas funcional, así como dices puede sacar lo mejor de nosotros. Gracias por pasar a comentar.