También tengo miedo

También tengo miedo

El confinamiento me ha producido un montón de emociones. Entre ellas tengo que reconocer que también tengo miedo. Esta no es una emoción de la que no hablamos con tanta apertura y hasta se nos invita a ignorarlo.

Rondaba los 14 años cuando tomaba clases de natación en la Alberca Olímpica Francisco Márquez, sede de los juegos 1968. Tonteando con el profesor, mi hermana y yo, le pedimos nos dejará lanzarnos del trampolín de diez metros. No recuerdo con precisión como es que llegamos hasta arriba. Lo que sí con mucha claridad es que desde lo alta la fosa de clavados se veía pequeña, lejana y escalofriante. Del susto di unos pasos para atrás. Evalúe mis opciones: regresarme o saltar. Con las piernas temblando le pedí a mi hermana que me dejara hacerlo primero. Sabía que si me quedaba sola terminaría regresando por las escaleras, agarré aire y me lancé.

El miedo fue común en mi infancia. Fui una niña asustadiza. Después de ver una película de suspenso le pedí a mi hermana que me dejará dormir con ella y con la luz prendida. No recuerdo que nadie me haya enseñado a lidiar con él, sólo que me decían —no tengas miedo– como si con decirlo este fuera a desaparecer. A lo más que llegué fue a taparlo comiendo en exceso, entre otras cosas, por las que me refugie en la comida.

Le compartía a una amiga que acaba de terminar de escribir mi libro, —¿qué se siente?— , tras meditarlo un minuto le respondí —siento que soy capaz de hacer cualquier cosa que me proponga — Ella me dijo que se me notaba un cierto aire de invencible que a ella le gustaría tener. Eso dio pie a que habláramos de cuando sentimos miedo e idealizamos con no volverlo a sentir nunca más. Solo que eso nos convertiría en temerarias y hasta la definición de esta palabra en la Real Academia Española habla de imprudencia.

El miedo, como cualquier otra emoción viene para decirme algo que quizá mi mente no ha registrado. Se me presenta para sobrevivir, establecer límites o para algo a lo que todavía no estoy lista. Con los años he aprendido a dejarme sentir miedo con la certeza de que eso no me define ni me hace menos, también a convivir con él para investigar que hay detrás, como te conté en tengo miedo.

El ruido de mi cuerpo al chocar con el agua hizo voltear a varios. Al ir cayendo olvidé la instrucción de mantener el cuerpo recto. Los golpes me causaron rozaduras que me dolieron un par de semanas. Pero la sensación de haberlo hecho después de reconocer el miedo, esa sigue conmigo y se parece a la de escribir un libro. Recordarla me ha ayudado en otras situaciones para atreverme a dar el salto.

Dentro de todo lo que me genera la situación actual también tengo miedo. Sé que está aquí para mostrarme algo. Estoy investigando que, y cuando esté lista, saltaré a lo que sigue.

¿Y si te dejas sentir miedo?

¿Y si…sí?

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Te comparto el vídeo de la semana pasada del serial “El gozo en tiempos adversos” donde platico del poder que tenemos de elegir.

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Author: Coach Adrix

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