Manejaba en Estados Unidos en esas súper carreteras, en un freeway en Miami, en aquel país los límites de velocidad son cosa sería y uno no se anda aventurando. A mí me estaba costando mucho trabajo mantener la velocidad límite, a veces pisaba el acelerador y me excedía o pisaba el freno de más e iba muy lento.
El no encontrar la velocidad correcta me estaba poniendo muy nerviosa; como si eso no fuera suficiente, mi copiloto me decía que manejaba como abuela, que a ese ritmo íbamos a llegar mañana que viera como alrededor muchos autos nos rebasaban por arriba de la velocidad permitida y no pasaba nada.
También me paso que algunos autos se colocaban detrás de mí a muy poca distancia, yo me sentía presionada por ellos y aceleraba excediendo los límites de velocidad, cuando lograba no ceder eventualmente me rebasaban y pasaban a mi lado volando.
De por si ya empezaba a dudar de mis habilidades al volante cuando tuve que frenar intempestivamente, por el retrovisor alcancé a ver como el auto de atrás apenas logró frenar a escasos milímetros de mi auto, ya para ese momento yo sólo podía pensar que algo estaba haciendo mal.
Ya recuperada del susto y volviendo al lugar de copiloto empecé a pensar en las veces que ante la presión de otros me apresuré a tomar decisiones que no estaba lista para tomar o frené acciones porque algunos me decían que no era momento para hacerlas, en ese punto me pregunté:
¿Voy al ritmo de mi vida? o ¿Voy al ritmo que otros me marcan?.
Cuando volví a tomar el volante (del auto y de mi vida) lo hice a mi velocidad, en algún momento aceleré traspasando un poco el límite de velocidad, en muchos otros ignoré cuando me rebasan por yo ir al límite permitido, lo que sí noté es que decidí en conciencia ir al ritmo de mi vida, dejando pasar de lado las presiones externas.
¿Y si sigues el ritmo de tu vida?
¿Y si …sí?