Una vez superada a primera experiencia de salir a cenar sola un viernes por la noche, decidí ir a comer a uno de mis restaurantes favoritos: Rosetta. A este lugar yo he asistido un par de veces, siempre acompañada, por lo que al ser un lugar conocido me resulto más sencillo hacer reserva y la cita conmigo.
Así que si estás dudando aun en salir a cenar puedes intentarlo visitando un restaurante al que hayas ido anteriormente, esta sensación de familiaridad te puede dar confianza y seguridad.
Este es un lugar muy afamado y acreditado en el que se percibe que de forma regular reciben a comensales que piden mesa para uno, ya que desde que llegué el trato fue cordial y me ubicaron en una bonita mesa del patio central o quizá solo es que yo ya iba con un poco más de confianza que la vez anterior, por lo que me sentí muy a gusto.
A pesar de que yo había asistido a este lugar en ocasiones anteriores, el ir sola me permitió leer a detalle la carta y en esta ocasión me tomé el tiempo para preguntarme ¿de qué tengo ganas? De hecho, estaba indecisa sobre el segundo tiempo, sin embargo, mi cuerpo de forma contundente me respondió y el menú seleccionado fue una ensalada de arúgula y parmesano y después un Mole con hormiga chicatana, pepino y verdolagas.
A pesar de estar sentada en el patio central, rodeada de mesas de familiares o amigos yo me sentí cómoda, ese día no se me activó el poder de leer mentes y me concentré en mis pensamientos.
Utilicé esta cita conmigo para degustar en conciencia y mucha calma los alimentos, maridarlos con un vino rosado y al mismo tiempo para pensar en mi vida actual, así sin juicios. Platiqué conmigo sobre en que andaba y hacia donde me quiero encaminar, fue como una conversación con otra persona, como cuando a un amigo le cuentas de ti y de tus planes, y me sorprendió que yo misma me respondía con una mirada objetiva. Disfruté la comida y me disfruté a mí, esta comida fue un espacio para en verdad estar conmigo presente.
¿y tú, ya tienes tu cita contigo?
Winepatrol: El oficio de este lugar brota por todos lados, el mesero me ofreció una amplia selección de vinos con detalles de uvas y etiquetas. Mi selección del día fue un Rosado, Ru Rosa de Uva de Bodegas del Viento, un viñedo en Arteaga, Coahuila donde las nubes tocan las montañas (amé esta descripción del viñedo), mezcla: 70% Shiraz, 20% CS, 10% Merlot, que maridaba bien con el parmesano de la ensalada y no tan contundente con el mole por aquello de los pepinos que estaban muy ácidos. Sin embargo, me quedo con la ficha del vino para en un futuro probarlo con algún pescado. Muy recomendable. La copa fue servida en el nivel estándar.