
Sin importar si tienes experiencia o no, aprender a sentirte a gusto contigo es posible.
En algún tiempo pensé que no sería capaz de cocinar como en los restaurantes a los que me gustaba asistir. Tampoco pensé que sentirme a gusto conmigo era posible.
Mis artes culinarias eran tan pobres que hasta el agua se me quemaba. Mis amigos aceptaban con temor venir a comer a casa cuando sabían que yo iba a cocinar. Creo que por ello muchas veces me dijeron -te ayudo- y se acabaron quedando a cargo del proceso.
Tras el sabático que me tomé al dejar mi empleo se me presentó un nuevo reto trabajando en casa en el que me tocaba hacerme cargo de mis alimentos. Al poco llegó el confinamiento y no hubo a donde acudir. Claro que podía seguir con mi comida de supervivencia: sándwiches, pollo asado y ensalada de atún o buscarle el modo.
Opté por lo segundo. Me atreví a experimentar. No fue sencillo el proceso. Hubo días en que no me quedó más que comer ese platillo que no resultó o probar algo que ni siquiera parecía comida para humanos. Me quemé (la mano y la lengua). Se me rompió el pimentero inundando los champiñones. Me pasé de sal muchas veces y otras tantas me corté varios dedos. (Nunca imaginé que pudiera salir tanta sangre de una cortada).
Cultivar el arte culinario me ha traído muchos aprendizajes, aquí te conté de algunos. En el camino también descubrí que aprender a cocinar se parece mucho a aprender a conectar con el Gozo de ser tú.
La vida es un proceso en el que te vas descubriendo. Donde toca experimentar, atreverse para ir viendo quienes somos. Con episodios amargos y otros dulces, ninguno de ellos te define, mientras más pruebes más te conoces y en el camino vas reconociendo como sentirte a gusto contigo.
Sentirte a gusto contigo no significa que ya tienes todo resuelto o que no habrá retos. La diferencia es que ahora sabes que tienes la capacidad de salir adelante. No es que ahora sepa cocinar todos los platillos, lo que sí sé es que ahora soy capaz de hacerlo. Sí, igual tendré que investigar, probar, encontrarle el modo. Pero ahora tengo la certeza en mí de resolverlo.
El experimentar me ha llevado a encontrar mi propia sazón, esa que me hace diferente. Que, aunque siga las recetas de otros al final yo tengo un toque que nadie más tiene. Habrá a quien le guste y a quien no, pero si me gusta a mi es suficiente. Como cuando conectas con tu Gozo y dejas de compararte porque puedes reconocer y amar lo que te hace única.
Se que hay cosas que me son más sencillas de cocinar (como las pastas) y otras en las que me cuesta más trabajo (los postres). Eso no me hace ni mejor ni peor cocinera. Solo que tengo esas aristas en las que yo decido en cuales me enfoco y crezco y a las que acepto y trabajo en la forma que sea pertinente.
Al igual que al conectar con el Gozo donde en el camino aprendes a reconocer tus fortalezas y aquello en lo que tienes áreas de oportunidad. Desarrollas esa capacidad de decidir en qué te enfocas y que acomodas eso que no te encanta de ti.
Por más recetas que lea o sugerencias que me den confiar en mi intuición me resulta más favorable. Hace sentido, no es lo mismo lo que se dice a cuando ya estás a cargo del proceso. Conectar con tu Gozo es conectar con tu intuición, con saberlo antes de que en tu mente cobre forma.
A lo mejor tuviste la fortuna que desde pequeña te enseñaran a cocinar y amar el proceso. Pero si no fue así en el momento que tú lo decidas puedes aprender a hacerlo, nunca es tarde para ello. Lo mismo pasa contigo, a lo mejor nadie te mostró como sentirte bien siendo tú, a lo mejor y hasta fue al revés, más en el momento en que lo decidas puedes aprenderlo.
Puedo intentar vigilar a conciencia cada porción que pongo, prever todos los posibles problemas que surjan, pero al final no hay forma de garantizar el resultado. Así que no tiene caso desgastarme intentando controlar. Ni en la cocina ni en la vida.
Por cierto, que la semana pasada vinieron unas amigas a comer a casa y disfrutaron mucho de lo que cociné. Cocinar puede ser divertido siempre y cuando yo tomé la decisión de disfrutarlo. Como en la vida misma. Cada día puedo decidir si disfruto o padezco la vida que he construido.
¿Y si Gozas ser tú?
¿Y si…sí?
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
Descarga el e-book