A mi edad es natural tener arrugas, las veo como parte del proceso de la vida, lo curioso es que me detenga a pensar en ello tras ver a Glen Close en la película de la buena esposa donde luce un rostro con pliegues. Ante el bombardeo en las revistas y televisión me lo repito constantemente, recuerdo a mi abuela y a mi madre y sé que, así como ellas, se me arrugará la piel.
Todos los días veo imágenes en las que me quieren hacer creer que, ahora lo común, es que los cuerpos no se arruguen ni envejezcan, las fotos más recientes de Melanie Griffith la muestran, a sus 62 años, con una piel lisa de la cara y el cuerpo de una adolescente. Bien por ella si es lo que la hace feliz, pero no quiero que esa y muchas otras imágenes me orillen a imitarlas.
Me niego a vivir como cuando era adolescente y el sobre peso me hacía sentirme distinta, porque los cuerpos grandes tenían menos cabida que ahora en la sociedad. Durante más de 30 años luché por cambiar mi propio cuerpo, odié cada parte de él por tener el tamaño inadecuado, mis formas curvas me avergonzaban tanto, que lo único que encontré seguro fue cubrirlas de grasa, de forma inconsciente claro.
Años de terapia, que la sociedad se haya abierto a la diversidad y que hoy sea más o menos aceptado que los cuerpos vienen en diversos tamaños han fructificado en que ya no me avergüence de mis formas y hasta me ponga un bikini en la playa.
En ocasiones, ante amigas me encuentro defendiendo mi postura de no pintarme el cabello y lucir mis canas, a veces intento justificar mi decisión, luego me acuerdo de que no tengo que convencer a nadie de ello y lo dejo pasar, (a veces se me pasa el efecto de valerme el qué dirán y necesito una nueva dosis).
Hoy que soy una mujer madura y que las arrugas empiezan a ser más evidentes en mi rostro, no permitiré que nuevamente la sociedad me diga que no soy adecuada. Portaré con orgullo mis arrugas y mis canas, luciré como una mujer en sus cincuentas, no más esconderme, no más cumplir con estándares de belleza externos.
Envejeceré con dignidad y sintiéndome orgullosa de mí y de mi cuerpo.
¿Y si envejeces con dignidad?
¿Y si…sí?