Corríamos por el muelle viejo de Bagan en Myanmar intentando no perdernos el atardecer y el barco que nos llevaría a recorrer el rio Irrawady, aún con las prisas miramos de reojo a las vendedoras ambulantes que apresuraban su paso para mostrarnos sus mercancías, a varios integrantes del tour nos interesó lo que mostraban, pero al no contar con tiempo para detenernos se nos hizo sencillo prometerles que a nuestro regreso les compraríamos. Ya en el barco, en la distancia nos seguían repitiendo que después y nosotros expresábamos que sí.
Desconocíamos que después del recorrido nos llevarían a una pequeña isla a cenar bajo las estrellas, por lo que nos sorprendió que dos horas y media después, al desembarcar, las vendedoras estuviéramos esperándonos. Pasado ese tiempo y bajo la obscuridad la mayoría de nosotros habíamos perdido el interés en los productos e intentábamos pasar de largo, pero ellas no lo permitieron, con mucha claridad nos reclamaron que estaban ahí porque nosotros dijimos que les compraríamos después.
Ellas tenían razón, tomamos a la ligera que les habíamos dado nuestra palabra de comprar y no la estábamos cumpliendo. Pase de largo sin comprar y sin honrar mi palabra, mi cabeza siguió girando sobre las veces que hago lo mismo.
Y no hablo de esos compromisos de asistir a una conferencia, hacer un pago o presentarse a una cita, esos los desempeño con cabalidad, me refiero a en lo cotidiano, a esos pequeños donde a tientas y locas digo que llamaré, que compartiré una información, que investigaré de lo que me platicaron y no lo hago.
Incluso conmigo, cuando me digo que haré tal o cual cosa y no la hago, estoy incumpliendo mi palabra y el hacerlo me resto credibilidad frente a otros y frente a mí. Me parece que el asunto es no tomármela a la ligera, pensar sobre los compromisos verbales que hago para asegurarme de que los voy a cumplir, (pensar antes de actuar dicen). Puede sonar como algo frívolo, pero al trivializarlos corro el riesgo de incrementarlas y afectar mis relaciones.
Es curioso, que en ocasiones yo me quejo de las promesas incumplidas de otros hacia mí, y como dice Louise Hay “Si no te gusta lo que estás recibiendo, revisa lo que estás dando”, por lo que después del incidente del viaje me estoy dando a la tarea de pensar antes de comprometerme y prometer solo lo que voy a cumplir, para elevar mi credibilidad y generar confianza a mi alrededor y conmigo, congruencia le llaman.
¿Y si honras tus palabras?
¿Y si…sí?
Afortunadamente, si.. a mucha gente le moletas que le dé un no directo… pero a la larga, ven que cumplo cuando les digo que sí o un después… prefiero un ceño fruncido por un rato que una duda de si cumpliré mi compromiso
Arthur, me encanta tu filosofía de vida, gracias por compartir, mucho que aprenderte, saludos!