Mamá siempre me marcaba los miércoles para saludarme y preguntarme cómo estaba, la mayoría de sus llamadas las recibía en mi horario de oficina por lo que en breves minutos respondíamos ambas que estábamos bien y que todo marchaba ok, colgaba de prisa y a veces hasta la siguiente semana, en la que repetíamos la misma conversación, no tenía contacto con ella o con mi familia.
Nunca fui de las que le disfrutara las conversaciones telefónicas, a mí siempre me ha gustado observar a las personas cuando hablan para escuchar, además de sus palabras, sus emociones y reacciones, por eso tras algunas líneas cortaba la plática solicitando que nos reuniéramos a tomar un café y estar en vivo.
Mucho tiempo critiqué a mi hermana que se pasaba horas en el único teléfono fijo que teníamos en casa, eran los ochentas, en mi mente no cabía pasar tanto tiempo con el aparato pegado a la oreja, ella ignoraba mis quejas y los regaños de papás, fue la que mas celebró que se inventaran los cables largos que le permitieron llevarse el aparato a su recámara o cocina, insisto eran los ochentas, donde por cierto una vez que cocinaba lo quemó.
En estos días espero con ansias hablar con mamá, como ella no es compatible con la tecnología lo hacemos de la forma tradicional; una llamada de voz, casi no hablando de cosas sin sentido, ahora pasamos más tiempo contando de cómo nos sentimos, como percibimos lo que está pasando y contando lo bendecidos que somos en momentos como estos de poder permanecer en casa y estar en contacto virtual.
Paradójico que ahora que no podemos vernos tengamos más conexión que cuando había la posibilidad de pasar tiempo juntas, nuestra historia, como la de muchas madres e hijas ha tenido sus altibajos, pasando por épocas en la que no hemos coincidido y nos entendíamos poco, por la forma en que ella fue educada no estaba acostumbrada a abrazar o demostrar su cariño, por eso cada vez que nos despedimos y me dice —te quiero hijita— se me quiebra la voz.
Bendito teléfono y demás tecnología que me permite seguir teniendo conexiones en estos días de incertidumbre, agradezco por ello y por la posibilidad que me da de tener un diálogo abierto, franco y sincero con mamá y con todas las personas con las que me he puesto en contacto en esta cuarentena, lo trivial o lo que daba por sentado ha pasado a segundo plano, ahora cada conversación la hago desde el corazón donde lo importante es saber cómo se encuentra el otro y abrir un diálogo que nos permita nutrir nuestra relación y acompañarnos en estos tiempos complejos.
¿Y si conectamos con el corazón?
¿Y si…sí?
Si quieres conversa conmigo sobre cómo te sientes o cómo vas pasando esta situación escríbeme a adrix@coachadrix.com.
Los miércoles estoy platicando en vivo del post de la semana, te comparto el pasado.
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
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