
Los fines de semana o veranos que pasé en casa de los abuelos llegaba un momento en que ya no había más que hacer, a punto de ser presa del aburrimiento y tras merodear por su intrincada casa no me quedaba más que ir al librero, escoger un libro infantil o un tomo al azar de la enciclopedia y ponerme a leer.
En el buró de papás y abuelos siempre hubo un par de libros apilados, era común verlos leer sobre sus temas favoritos. Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra, por eso desde que aprendí a leer me acostumbré a sumergirme en los libros. Por allá de los doce me aficioné tanto a Agatha Christie que en pocos meses me leí casi toda su bibliografía.
Uno no olvida esos momentos en donde algo te cambia de por vida. Por eso recuerdo con claridad una tarde fresca y de mucha brisa en la que sentada en la escalera del jardín me apuraba a leer el libro del que tenía que entregar un resumen al día siguiente en la secundaria. La obligación y prisa desaparecieron ante la fascinación de sentir la misma ansiedad que Rodión Románovich Raskólnikov ante el crimen cometido. Ese día sellé mi pasión por la lectura.
Como buena lectora pasé horas imaginado escribir un libro. No sabía de qué, pero sí que me quería convertir en una de esas personas con la capacidad de transportarte a otro lugar y contagiarte de emociones a través de las letras. No soy la única con ese sueño. Más de la mitad de las personas a las que les conté que estaba escribiendo, antes de preguntarme más, me dijeron —yo siempre he querido escribir un libro—.
El mío ya está terminado y en proceso de edición. En un adelanto, en el que la buena suerte me agarró trabajando, acaban de publicar un fragmento de mi novela “El peso de mi vida y un poquito más” junto a otros 39 talentosos escritores que hemos tenido la fortuna de acudir a Te de Querer. Lugar en el que nos han dado alas, guiado e impulsado a contar nuestras historias.
Uno de mis mayores gozos es cumplir sueños. Me encantaría decirte que basta con desearlo y decretarlo, pero en el mundo real eso no es así. Hay que trabajarle y acercarte a los que saben para que cuando la oportunidad surja tú estés preparado.
“Historias en calcetines” es una realidad. Me alegra ser parte de esta antología de cuentos y relatos curados por Marly y Mónica, dos talentosas mujeres con una hermosa misión: impulsar escritores y cumplir sueños. A ambas les agradezco por cobijarme y alentarme a escribir la historia de mi vida.
Desde hace un par de días que tengo el libro en mis manos, sin importar las veces que lo lea, siempre regreso a constatar que mi nombre y “Agra” (título de mi texto) están impresos ahí. Me imagino que voy a tardar en un rato en acostumbrarme a llamarme escritora.
¿Y si trabajas por tus sueños?
¿Y si …sí?
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
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Brava Adri,
Te aplaudo y admiro la persistencia!
¡Éxitos mi querida escritora! :*
Hola, muchas gracias por tus palabras. La belleza de esto es que es posible para todos los que así lo deseen y escriban, saludos hasta el otro lado del mundo.