Hace un par de años descubrí que una de las cosas que más me gustan de viajar es caminar, ya sabes, dicen que la mejor forma de conocer un lugar es caminando, es verdad que conoces mucho y te conoces más, ya les había platicado que Viajo para sufrir y que al andar llego a ser un mejor observador de mi dialogo interno y hasta puedo darme cuenta si la estoy regando y en donde me siento a gusto conmigo.
Confieso que a esta conclusión llegué de forma empírica, quizá en alguna de esas caminatas, el asunto es que cuando me di cuenta de ella empecé a hacerlo activamente en mi ciudad, lo incorporé en mi rutina, caminar por el placer de hacerlo. Ahora, hasta los fines de semana hago rutas citadinas, como si estuviera de viaje, y siempre logró el mismo efecto, escucharme y reflexionar sobre mí.
En una sesión de Coaching le contaba a mi Coach sobre un domingo en el que estaba teniendo una sesión muy productiva, pero que en algún punto en el que me atoré, decidí salir a caminar. Bastaron unas cuantas vueltas alrededor de mi casa para que al regresar mi mente tuviera mayor claridad, las ideas fluyeran y quedaran listas para plasmarlas en mis textos. Ella me contaba del término acuñado “solvitur ambulando” algo así como se soluciona caminando, el cuál de inmediato me hizo sentido, eso era lo que yo había descubierto y había estado haciendo.
Se habla más de los beneficios físicos de caminar que de los mentales y emocionales, y de la conveniencia de hacerlo en la naturaleza, en mi experiencia también funciona hacerlo en las calles de mi colonia o ciudad. Al estar enrollada en algún texto que no puedo escribir, camino un rato y en mi mente se acomodan las ideas para regresar a escribirlas, si ando con alguna inquietud que no logro reconocer, también caminar me ha ayudado a reconocer mis emociones.
Lo he dejado al azar, pero también lo he hecho con intención, al empezar a caminar me digo que quiero resolver X situación y lo suelto, al ritmo de mi paso surgen las opciones. Lo he hecho para canalizar el enojo, en el trabajo una vez me descubrí muy molesta con una persona y en vez de enfrascarme en una discusión, salí a caminar, la emoción fluyo y acomode mis pensamientos para poder hablar acerca de la situación y arreglarla, si hubiera explotado, poco hubiera logrado.
Una de mis favoritas es caminar como una forma de meditar, si lo hago en presencia de lo que ocurre en mi cuerpo y mente, al terminar me siento renovada y ni hablar de los beneficios de unos pasos después de comer, combaten la somnolencia y ayudan a la digestión. También he probado charlas caminando con excelentes resultados.
Por la razón que quieras, te invito a caminar, en conciencia y de preferencia sin música o celular para tener la oportunidad de dialogar contigo.
¿Y si caminas por el placer de caminar?
¿Y si..sí?
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
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