
He escrito ciento veintiocho posts a lo largo de veintiocho meses y esta semana por primera vez no pude escribir el de la semana para publicarse el martes por razones creativas, a pesar de varios intentos. No es la primera vez que escribo a destiempo o me salto la publicación de la semana, pero si la primera que por más esfuerzos y borradores que hice, no me salió un texto.
Paso por mi cabeza no publicar esta semana por la falta de inspiración divina, pero mi mente giraba preocupada por no poder generar un texto. Hasta me sentí un poquito culpable por aquello de los compromisos conmigo y con quienes me leen.
Le seguí dando vueltas al asunto y mientras continuaba con los escritos del libro descubrí que lo que había detrás era que no estaba pudiendo enfrentar una situación que se me había dado con naturalidad por un largo tiempo. Muchos contenidos han surgido en mi mente casi completos antes de ser escritos y algunos otros tras una idea los construyo con cierta facilidad.
Pensando en ello reconocí mi talento para escribir que, al dárseme con cierta naturalidad, estaba en mi zona ciega. Y me refiero a la zona ciega de talentos, a lo que algunas personas hacen con tanta facilidad que cuando los felicitas o les preguntas, ¿cómo le haces? No saben que responder porque lo tienen nato o tan desarrollado que les surge natural.
Se habla mucho del área ciega en dónde están esos elementos que no nos funcionan y no nos permiten avanzar, esas que se trabajan en procesos de Coaching para transformarlas y salir adelante, pero yo hoy quiero enfocarme en la de talentos. Sé que vale mucho la pena trabajar en nuestros puntos débiles, pero soy una fiel convencida de que hay que invertir mucho más tiempo en aquello para lo que nacemos con ciertas habilidades o talentos y donde podemos alcanzar la excelencia.
Tener un talento es valioso y más aún cultivarlo. Dedicarle tiempo y esfuerzo para cada vez hacerlo mejor, así que apliqué la de que cuando llegué la inspiración me encuentra trabajando y me puse a escribir hasta obtener el post de la semana. Me gusta mucho la historia del violinista ¿o era pianista? supremo al que se le acercó una persona a decirle —daría la vida por tocar como usted— a lo que le responde —eso fue lo que hice—
¿Y si descubres tus talentos?
¿Y si…sí?
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
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