
Al aceptar que es lo que hemos estado viviendo encontraremos paz. Le daremos tregua a nuestra lucha interna y podremos seguir adelante.
En una junta con un jefe estadounidense discutíamos de un asunto que, desde nuestro punto de vista, se había gestionado mal e insistíamos en que si se hubiera hecho distinto todo marcharía mejor. Tras un rato de escucharnos en silencio, solo dijo, hay que aceptar que “es lo que es” y continuó con la junta.
Nos quedamos helados. En una frase cortó nuestras quejas e ideas por intentar modificar lo que era y nos invitó a seguir adelante. Desde entonces, cada vez que mis colaboradores y yo nos enfrascábamos en discusiones absurdas por el pasado o el comportamiento de cierta persona, nos repetíamos, has que aceptar que “es lo que es”, deteníamos la queja y nos enfocábamos en las soluciones.
Esta máxima es aplicable para todo en la vida. En el momento en que aceptemos que el 2020 ha sido el año más complejo de nuestra existencia (por decir lo menos) nos podremos enfocar en seguir adelante en el que está por llegar.
Mientras sigamos aferrados a que la culpa es del bicho, de lo mal que el gobierno ha llevado esta situación, de la economía que se detuvo y demás, seguiremos enfocados en el conflicto en lugar de enfilarnos a las soluciones.
Aceptar que es lo que es y que las cosas son como son no tiene nada de pasivo ni es sinónimo de resignación. Al contrario, se requiere de mucho valor y en situaciones como las de este año aceptarlo será una tarea compleja.
Por supuesto que es más fácil decirlo que hacerlo, más si no estamos acostumbrados a ello, pero vale la pena empezar a considerarlo. Sobre todo, porque hay un montón de circunstancias fuera de nuestro entendimiento que hay que acabar de procesar para aceptar.
Cuando logramos reconocer que es lo que es, damos por concluida la lucha interna y conectamos con nuestra paz, desde donde podemos idear un futuro diferente.
Intentar hacer algo distinto desde la lucha nos impide reconocer lo que SI ha habido y ha funcionado dentro de todo ese caos. Estar instalados en el conflicto nos obliga a creer que hay que desechar todo lo anterior sin consideración. Nos avienta a buscar el cambio sin detenernos a reconocer los aprendizajes.
Nos orilla a perdernos la oportunidad de reconocer que en la vida no solo hay bueno o malo. Que incluso en los tiempos adversos ha habido momentos bonitos a los que no les estamos dando su lugar porque estamos concentrados en lo terrible de la situación.
Este 2020 ha sido lo que ha sido. Cuando podamos aceptarlo en su totalidad y vivir el duelo de la vieja normalidad, podremos empezar a voltear la página sin arrastrarlo y sin que nos arrastre en las páginas por venir. Así conseguiremos que el siguiente año sea lo menos parecido a este a pesar de la similitud de circunstancias.
¿Y si aceptas que es lo que es?
¿Y si…sí?