
Y el día que el movimiento se acabe es porque se nos acabó la vida. Pasamos mucho tiempo detrás de objetivos planteados en el pasado, tanto que, cuando los alcanzamos queremos que ese momento perdure por siempre.
Queremos captúralo como en una foto que permanece inmóvil de por vida, pero la vida no es una instantánea, es una película que en un segundo puede cambiar y ser opuesta a lo que era. Y que si no pasáramos tanto tiempo lameteándonos por lo que ya no es empezaríamos a fluir con lo que es ahora.
Insisto que si como raza aprendiéramos a fluir con los cambios no solo lidiaríamos con ellos, sino que los celebraríamos y esperaríamos con ansias, además de estar mejor preparados para enfrentarlos.
Eso nos permitiría apreciar el presente y no dar por sentado nada de lo que nos rodea. Si algo nos ha enseñado este bicho es que lo que creíamos seguro no lo es. Hoy no podemos ver a los que queremos, abrazarlos y reunir a la familia, esa de la que nos quejamos y hasta maldecimos por no ser lo que queremos que sea y que hoy extrañamos.
Si no olvidáramos tan rápido quizá esta experiencia humana nos haga, si no mejores, al menos conscientes de lo afortunados que somos de lo que hemos tenido y de que cuando volvamos a la realidad que sea apreciar lo que hay.
Unos de nuestros grandes defectos es anhelar lo que no es y que queremos que sea. Hoy podemos aprovechar esta oportunidad de la vida para revisarnos como especie y ver si donde hemos puesto nuestra atención es donde merecer estar.
Al paso de los años cada uno definirá este tiempo, algunos como el peor otros como el espacio que les ayudo a comprender que la vida es movimiento y que vale aprender de cada experiencia y agarrar las herramientas para los cambios que seguro vendrán.
Tomando perspectiva esto vale la pena. Si todo permaneciera igual nos aburriríamos y no habría nada que nos confrontara y retara a ir a más. Si no hubiera movimiento siempre seríamos esos niños dependiendo de papás para subsistir.
Pero el universo es perfecto, el que diseño esta experiencia de nacer, crecer, envejecer y morir lo hizo perfecto. Todo cambia y en cada etapa se requiere una versión distinta de nosotros para estar acorde con los tiempos, el que se resiste se queda rezagado y se pierde de la experiencia.
Bendito el movimiento que nos obliga a apreciar lo que dimos por sentando y que nos reta a crecer y adaptarnos al presente y a lo que viene.
¿Y si te mueves?
¿Y si…sí?

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