El otro día contaba de mi Fitbit y de los beneficios que me ha traído el contar mis pasos (leer la entada anterior aquí), pues bien, sigo muy entusiasmada caminando mi meta diaria de 10,000 mil pasos al día, equivalente a siete kilómetros.

Tengo días en que cumplo mi meta sin mayor complicación, de hecho puedo hacer unos dos mil o cinco mil pasos más por día, pero otros días me dan las 8 de la noche y aún me falta un cuarenta por ciento para cumplir la meta del día, en esos días me verán darle vueltas a mi comedor (igualito que mi madre), hasta mi gatita Becky me mira como preguntándose ¿qué le pasa?.
Aún y cuando haya días más sencillos o más complicados para conquistar mi meta, cada que dan las doce de la noche mi contador de pasos vuelve a iniciar, así que cada mañana al despertar es un nuevo comienzo, no importa cómo viví el día anterior: ¿sufrí o goce alcanzando la meta? Este nuevo día puedo hacerlo distinto, finalmente toca empezar con el paso uno.
¿Y si además de hacerlo distinto incorporo los aprendizajes del día anterior?, en este nuevo día puedo repetir aquellas estrategias que me funcionaron y contribuyeron a conseguir los diez mil pasos en otros días, puedo buscar nuevas formas o platicar con mis compañeros de oficina que están en el mismo reto y preguntarles qué les funciona a ellos.
Y así como mi monitor de actividad, así en la vida, cada día es una nueva oportunidad de hacerlo distinto, de tomar lo que me funciona y cambiar lo que no, así en conciencia más plena y feliz.
¿Y si cada día tomas la oportunidad?
¿Y si…sí?
"5 bloqueos que no te permiten reinventarte profesionalmente cuando estás por llegar a los 50"
Descarga el e-book